CRÓNICA DE UN OBJETIVO CONSEGUIDO, por Miguel Ángel Jáuregui.

Nunca me he considerado un “runner”, a pesar de que comparto con ese concepto unas cuantas pautas en común.

De chaval pensaba que solo aquellos privilegiados con una genética envidiable que parecían flotar sobre el asfalto eran los que podían atribuirse esa etiqueta; y sin embargo, con los años esa etiqueta ha cobijado a cada vez más gente que con ilusión y gran fortaleza de carácter se han ganado el derecho a llamarse “Runners”, así, con mayúsculas.

Durante años y a raíz de mi trabajo perseveré en el empeño, forzado al principio, persiguiendo el esquivo oxígeno y descubriendo mis límites una y otra vez hasta el agotamiento.

Hasta que un día me dí cuenta (gracias María) de que también me gustaba y pasé a engrosar la legión de Runners convencidos que hallaban placer en salir a trotar, simplemente, sin más.

Y un buen día decides apuntarte a una carrera, descubres el AMBIENTAZO del evento y miras con cierta envidia esos grupos de gente que corren juntos, se animan unos a otros y te animan a ti también aunque no te conozcan.

Descubres que esto de correr puede ser divertido.

Y así, mediante prueba y error, acumulando kilómetros en la piernas, dolores, lesiones, madrugones, frío, lluvia, zapatillas gastadas… y carreras populares realizadas.

Decides que igual estaría bien eso de compartir zancadas con más gente y gracias a mi hermana (gracias Elena), ese portento de la naturaleza que está más fuerte que un chupito de aguarrás.

Descubro el club de corredores Iron Sport y decido confiar en Cris y Juan para trabajar en mi nuevo proyecto, correr una Maratón, que daba miedo sólo decirlo en voz alta (daba…).

La preparación

Gracias a esa decisión descubro un club de gente divertida, implicada y con muchas ganas de gastar zapatilla que además llevan un entrenamiento planificado, serio y y están dispuestos a volcarse contigo en tu proyecto como si fuera el suyo propio, ¿demasiado bonito para ser verdad?, no, ES verdad.

En Septiembre comienzo a entrenar con el club y a adaptarme a su rutina, poco a poco disfrutando, conociendo gente nueva y maravillosa y mejorando el estado de forma a pasos agigantados. Y en Enero de 2019 el gran paso, comenzar un plan específico para preparar la cita con mi bestia negra, la Maratón de Zaragoza que se ha celebrado éste 7 de Abril.

De repente pisamos el acelerador, pasamos de 2 a 5 entrenamientos por semana, aumentan exponencialmente los kilómetros y asoma el fantasma de las dudas y las lesiones . Sin embargo, cuando uno elige confiar en un profesional para llevar a cabo un proyecto debe hacerlo hasta el final, y yo elegí confiar.

Entreno con Bego

Las semanas fueron pasando, los kilómetros y sesiones se fueron acumulando, las molestias se dejaron ver pero la motivación siguió a tope en todo momento, porque semana tras semana los avances eran visibles, y en las tiradas largas se veía el resultado; la primera vez que corrí 30 kilómetros en mi vida disfruté, ¡quien me lo iba a decir!.

Tirada de 30 kms


Paralelamente al plan Cris iban sus consejo en material de nutrición, recuperación, avituallamiento y demás logística para los entrenamientos y para la carrera, además de los estupendos cuidados de Beatriz, la Fisio del club, gracias a la cual mis piernas se recuperaron de las molestias rápidamente estuvieron listas para la batalla.

Y así llegamos a la semana previa a la gran cita, donde tocaba serenar los nervios, ([…] “nervios fuera, deberes hechos…), simple, directo y verdad como un templo de grande, que es como me gustan a mi las cosas, así armado puse rumbo a Zaragoza con mi familia, como mis mejores fans. Y ni siquiera la feroz ventisca que se nos echó encima de camino consiguió frenarnos.

La noche anterior el ritual de preparar la ropa, los geles y demás, planificar el momento de tomarlos, los ritmos a llevar (de nuevo siguiendo los consejos de Cris), revisar el circuito y la altimetría conjuraron los pocos nervios que quedaban (“deberes hechos”).

El gran día

Los cielos zaragozanos que hasta la víspera fueron hostiles amanecieron soleados y con una fantástica temperatura (“corre ligero” me dijo Juan, gracias amigo).

Momentos previos…

Ya en el cajón de salida sólo había hueco para ilusión y concentración, me sentía como un Miura a punto de salir de toriles en unos sanfermines pero tenía claro el plan e iba a seguirlo al pie de la letra.


En los primeros kilómetros fui suave, racaneando fuerzas casi, poco a poco fui cogiendo mi ritmo y cuando me quise dar cuenta estaba casi pegado al globo de 4h15´, por lo que decidí unirme y ver que tal podía ir con ellos.

Fue una buena decisión porque fui cómodo todo el tiempo, además el corredor del globo, un tío veterano iba constantemente “cantándonos” el camino que teníamos por delante, animándonos y apretando una chispa en algunos puntos para ir luego más cómodos en las subidas. Así, los kilómetros iban cayendo y de repente me vi en el 30, la frontera, a partir de ahí era territorio desconocido, a partir de ahí empezaba la verdadera carrera para mi.


La planificación de geles/sales y el avituallamiento, sumado al tazón de avena del desayuno daban sus frutos y aún me veía fuerte para lo que me quedaba, temía el famoso “muro” pero tras el kilómetro 35 no había rastro de el, y así entramos en la recta final.

Los dos últimos kilómetros (y 195 metros), con las fuerzas ya mermadas y las piernas quejándose del esfuerzo, ese momento fue mágico, ¡a ambos lados de la calle había cantidad de gente animándome!, ¡por toda la calle!, prácticamente me llevaron en volandas con su ánimos (¡GRACIAS!) y allí, al doblar la esquina, justo antes de entra en el pasillo de los arcos; mi familia esperándome.

¡Qué alegría me dió verles, qué chute de energía brutal!, de repente se fue el cansancio, me sentía pletórico, crucé la meta henchido de felicidad y solté todo el estrés, todo el cansancio acumulado en los entrenamientos en un grito potente que se oyó en toda la plaza del Pilar.

¡Así rugen los leones del club Iron Sport, que se entere toda Zaragoza!, y gracias por poner un gran escenario para mi gran reto.

Objetivo conseguido, infinitas gracias a todos lo que me habéis acompañado en el empeño.

P.D: Ahora toca pensar en el siguiente reto.