Balance de 2020.Tengo que reconoceros que no soy yo mucho de hacer balance a final de año. Siempre he sido más de hacerlo durante las vacaciones de verano, coincidiendo con el final de curso. Cuando estudiaba o, desde que me enrolé en esto de ser lo que antes llamaban “corredor popular”. Y ahora han dado por denominar como “runner” (que es más corto, eso es innegable), con el final de la temporada de carreras.

El parón veraniego parece más propicio para pensar en nuevos retos: menos fiestas, menos correr de casa de una familia a otra, menos bullicio de compras. Además, el fresquito de la noche, una terraza mirando al mar y una copa en la mano predisponen a todo tipo de sueños de grandeza. ¿No os ha pasado?.

Sin embargo, creo sinceramente que este 2020 se merece dedicar un rato a mirar hacia atrás, para ver lo que han dado de sí estos 365 extraordinarios días. Me gusta la palabra “extraordinario”. Da lugar a todo tipo de interpretaciones. Positivas, pero también negativas.

¿Recodáis cómo cerrabais vosotros 2019? Yo lleno de buenos deseos para el Nuevo Año: planes de carreras, hacer más montaña, portarme bien y seguir los planes de Cris, incorporar más ejercicios de fuerza, repetir grandes momentos vividos en 2019 como la carrera en Benasque, afrontar nuevos retos, nuevas distancias. Y sin prestar mucha atención a las noticias que venían de China, de una ciudad llamada Wuhan. Y de un extraño virus que había llevado a encerrar a 13 millones de personas en sus casas. Pero es que todo eso quedaba muy lejos. Además, algo similar había sucedido ya antes, con el virus del SARS en 2002, o el del MERS en 2012, o con la gripe aviar, o las vacas locas…, y al final nada había llegado hasta aquí, así que: ¿de qué había que preocuparse?

Así que encaraba yo 2020 lleno de ánimo y grandes planes. No en vano era un año importante para mí: llegaba a una cifra redonda, 50 años. Que gracias a las copas post – cena del club y el consabido: “sujétame el cubata que me apunto”, pensaba celebrar por todo lo alto en Salamanca con los otros 19 locos participantes (más acompañantes) en la primera Ragnar Road Madrid – Salamanca.

Pero todo eso duró, como canta Sabina, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. Y no sólo por el COVID, pues ya a finales de febrero, tras preceptiva visita al traumatólogo y posterior resonancia. Mis legendarias “ligeras molestias en los isquios” se transformaron en una tendinitis versus entesitis, con edema óseo, principio de artrosis. Aún me recuerdo mandando una foto del diagnóstico a Cristina para que lo compartiera con Bea, y así tener una recomendación sobre el modelo de silla de ruedas sería mejor para lo mío.

Aún y con todo, nos dio tiempo para un clinic con Alessandra Aguilar el domingo 8 de marzo. Y a partir de ahí, ya nada fue lo mismo…

Clinic Alessandra Aguilar

Cada uno habréis vivido ese periodo primero de forma diferente. Todos con algo de miedo ante la incertidumbre, reorganizando vidas y trabajos. Improvisando puestos de trabajo y gimnasios caseros. Buscando el truco para poder salir y disfrutar de un rayito de sol y un paseo aquellos que no tenemos perro, y el gato no se deja. ¿Se puede comprar una docena de huevos uno a uno? Sí, te miran raro, pero se puede.

Todos hemos tenido más o menos cerca gente que ha sufrido duras pruebas. Pérdidas aún más duras, no sólo por el COVID, y que algunos, gracias a Dios y a su esfuerzo, han superado.

Para mí y mi familia, por suerte, salvo algún roce de tanta convivencia, lo peor han sido los 48 días sin correr por el confinamiento del 14 de marzo al 2 de mayo. Aunque eso sí, los estancos permanecieron abiertos desde el primer día. Eso y la tele-esclavitud esta del TEAMS a la que hemos sido condenados muchos.

Si hago un balance sincero me doy cuenta que, en realidad, yo no puedo decir que haya perdido nada realmente importante en 2020. Las competiciones sí, pero a cambió redescubrí el placer de correr porque sí, sin importarme los tiempos o las distancias, los ritmos y si mejoro o empeoro.

Me he dado cuenta de todo lo que tengo, y que otros muchos no: tengo trabajo, un poco esclavo y agobiante a veces, pero peor es no tenerlo. Y tengo a mi familia y amigos, que a pesar de no habernos podido ver apenas, sé bien dónde están.

Tengo salud; física, la discusión sobre la mental la dejamos, si eso, para otro día. Que como dice Rachel durante algún entreno: «si es que encima pagamos por esto».

Y sí, con mis achaques de corredor, que como dice Carlos, tengo más horas de chapa y pintura que la furgo del equipo A. Pero es que, admitámoslo, nadie puede ser un runner de pro sin una lesión, real o imaginaria, de la que lamentarnos con los colegas runners. Y con la que dar la brasa a nuestros amigos y familiares no corredores. Y que nos vale tanto para justificar nuestros días malos – hoy no he hecho un buen tiempo, porque arrastro molestias, que las 10 cervezas de ayer, los 5 kilos de más y entrenar menos que José María no cuenta; como para dar aún más brillo a nuestras pequeñas gestas – he hecho mi mejor marca, a pesar de que arrastro molestias.

Y tengo algo que no mucha gente tiene: tengo este club y a todos vosotros: a las máquinas (de picar corredores) del grupo de L-X 19:00. Pero también a las no menos máquinas del M-J 20:15 (grupo adoptivo por motivos laborales). O al grupo de M-J de las 19:15 por donde aparezco esporádicamente.

Y con vosotros he superado los peores momentos del confinamiento, y todo este turbulento 2020. Más de 10.000 mensajes en el WhatsApp del grupo L-X 19:00, con nuestros concursos de series, pelis, lo cachivaches de Rachel o los cuadros de Javi y David. Algún que otro aperitivo virtual, 910km entrenados.

En 2020 despedimos a gente que se fue: Josito iniciando nueva andadura personal en el Más Allá (Monstruoles). O Ale que se ha ido a Suecia a investigar lo que aquí no puede. Pero también nos ha traído a gente nueva: Sandra, que llegó a primeros marzo, con su ya proverbial sentido de la oportunidad J; Fernando, que salió despavorido del grupo de L-X al de M-J; Sandra; Javi, hijo pródigo; David; otro Rubén para la colección, y más gente que seguro me estoy olvidando. 

Pero, por encima de todo, si pienso en 2020, tengo que hablar de Cris, de sus vídeos a pesar de su trabajo demencial y demoledor. Que nos han cuidado y mantenido en forma cuando no podíamos ni salir de casa. Con esos “en vivo” míticos en los que aprendimos a saltar de YouTube a Instagram, a la vez que Nerea ponía a hacer deporte a todos sus Playmobil y Baloo pugnaba por entrar al salón. Cris que ha sido mi paño de lágrimas en los peores momentos de lesión, consejera, míster y psicóloga todo en uno.

Y de Juan, nuestro webmaster y editor digital, este año en su mejor versión de coach, que es cuando ya no está preparando una maratón y no mete caña; vistiéndonos y organizando eventos, la San Silvestre o quedadas, que ya luego nos encargamos de reventar los demás.

En el mundo de los corredores populares hemos alcanzado un nivel de frikismo en el que algunos pierden el norte. Son capaces de gastarse un dineral en material y tecnología. Saliendo a correr con mil euros encima. Pero luego les parece un desperdicio pagar una cuota a una persona que les guíe y cuide de su evolución y rendimiento. Nosotros tenemos eso y más con Juan y Cris.

Voy a ir acabando, que no quería superar las 1500 palabras y ya me estoy alargando.

Personalmente, mi balance de 2020 no es tan malo a pesar de las circunstancias, y me quedo con lo aprendido de lo vivido. Que no ha sido poco, con lo mucho compartido, en persona o virtualmente. Momentos que, de alguna manera he ido tratando de reflejar en esa playlist de Spotify con la que cada mañana martirizo a mis sufridos compañeros de L-X. En especial a Carlos, que no comprende todavía como Ladilla Rusa no es mi grupo de cabecera.

Este post se titulaba balance de 2020 y propósitos de año nuevo. Hasta aquí el balance. ¿Los propósitos? Seguir compartiendo ratos en licra con vosotros… Y volver a las montañas.

balance
Nuestro amigo y compañero Manu S.