Llevo más de 13 años corriendo a pesar de mi juventud. Cuando comencé a salir a modo de entrenar y agotar a mi pequeña husky; era incapaz de aguantar más de 25-30´, y no porque me faltase el aire o no me fuesen las piernas, toda mi vida hice deporte así que ese no era el problema. Me dolía tanto la planta de los pies, que a veces llegaba a casa creyendo que no volvería a salir a correr por esas malditas zapatillas.

Pensareis que seguro llevaba un calzado inadecuado pero no, siempre me he considerado bastante friki de las marcas así que no me importaba gastarme dinero en ropa o zapatillas, de hecho recuerdo que mis primeras zapas de running fueron unas Nike Pegasus, que seguro todos conocéis.

Mientras que corría esos 20-30´ cada día, soñaba con poder correr un maratón, cosa que veía bastante inaccesible dado mi problemilla.

Aguante varios años sin pretensiones deportivas dada mi limitación, corría por mantenerme en forma a veces 50´otras veces menos siempre guiada por el dolor.

Si fui al médico y estaba diagnosticado no era algo temporal sino algo con lo que aprender a convivir y no voy a entrar en detalles médicos para no aburriros.

A lo que voy, en 2010 conseguí engañar a mi pareja que odiaba correr para que me acompañase a correr la San Silvestre Vallecana, nos gustó tanto el ambiente que no hemos faltado una edición desde entonces. Además gracias a ella mi pareja se enganchó un poco a esto de correr y poco a poco fuimos haciendo carreras populares de 5 y 10km sin volvernos locos tampoco.

Entre tanto había cambiado ya unas cuantas veces de zapatillas; Adidas, Nike, Asics… Algunas veces iba algo mejor y el dolor aparecía mas tarde otras apenas las usaba porque no lograba adaptarme, acumulando pares y pares.

Fue en el 2012 cuando nos entro el gusanillo por buscar un reto más grande, así que nos apuntamos al Medio Maratón de Madrid. Si la verdad es que estábamos un poco locos.

Me habían regalado las Asics Nimbus 13, ¡¡¡vaya pepino!!! Al principio era como ir flotando, así que poco a poco fui haciendo más km a medida que las molestias parecían disminuir algo. Un detalle importante, máxima amortiguación no parecía irme tan mal, eso sin unos 160€ mínimo la broma, todo fuera por poder correr un ratito mas sin dolor.

A estas alturas alguno ya habría desistido  y dejado de correr. Pero yo soy muy cabezona como buena capricornio y si algo me propongo ahí que voy, además realmente me gustaba y me hacía sentirme bien.

Terminamos esa media maratón, en un tiempo decente para nosotros rondando las 2h. No me preguntéis porque pero aquello tuvo algo adictivo, porque desde entones han sido mucho las metas que hemos cruzado, 10k, 21k, trails y si, también la ansiada maratón y por 3 veces en mi caso.

No os imagináis la de pares de zapatillas y quebraderos de cabeza que he tenido en estos años, por una sencilla razón cuando una zapatilla me iba bien, incluso genial llegaba la marca y decidía modificar la de la nueva temporada. Así me ocurrió con el cambio de la Asics Nimbus 13 a la 14, con la cual corrí mi primera maratón en Sevilla y acabe descalza, malditas zapatillas. No volví a usar esa marca.

Probé con las nuevas Saucony Iso Triumph, misma gama que las asics pero cambiaba un poquito la sensación, me costó un poquito adaptarme pero luego fueron como la seda, no podía estar más contenta ya que corría sin molestias el tiempo que quisiera, use dos pares (invierno y verano).

Solo le pondría una pequeña pega, la suela duraba muy poco y las tuve que cambiar antes de lo esperado. Acto seguido llego la Triumph Iso 2, aparentemente con muchísimas mejorías y no hablo a nivel estético que me da igual.

Vuelta a adaptarse a los cambios, un material nuevo llamado everun en la suela debía ser lo que me hiciese flotar, pero no; la sensación no era la misma para mí un poco más dura y el ajuste era diferente, pero a pesar de ello con el paso de los kilómetros la fui domando y acostumbrándome a ella.

Pasaron los meses y llegaba la ansiada Triumph Iso 3 con la esperanza de volver a sentir aquello que me hacían sentir las primeras iso, me las compre muy ilusionada.

Primer entreno, ¡¡¡mierda!!! Se me duerme la planta del pie, vuelve aparecer el fantasma del dolor, a tres meses de la Maratón de Madrid y con muchos km por delante aquello fue un batacazo. Estuve 2-3 semanas saliendo con ellas, la cosa no iba mal, siempre y cuando no corriese más de una hora.

Pues vaya problema puesto que eso es difícil cumplirlo si quieres correr y preparar bien un Maratón. Resulta que habían cambiado la malla externa de la zapatilla lo cual era más rígido, menos flexible y parecía mucho más estrecha. Resultado me oprimía el pie hasta llegar a dormírmelo. Casi 1 mes después ya bastante desesperada, me vi en la obligación de probar otro modelo al azar. Cambié de marca y me compre unas Mizuno Wave Rider 20, puedo decir que la elección fue más que acertada ya que con ellas he conseguido batir todas mis marcas en todas las distancias este año.

A lo que voy con este post, es que no entiendo porqué cada temporada las marcas invierten tanto en cambiar una zapatilla, hasta llegar a veces a cambiarla por completo y solo conservar el nombre. A nivel marketing genial porque un montón de seguidores fieles como yo caemos y la compramos convencidos de que nos ira igual de bien.

Vaya engaño, si algo va bien y funciona no lo modifiques o solo lo justo pero que no pierda su esencia. Si un modelo se caracteriza por ser ancho, no la estreches para la siguiente edición.

Temblando estoy por saber cual serán las novedades de la Wave Rider 21, lo mismo ya no es mi modelo, y vuelta a empezar por la misma pesadilla. Yo soy delicada por mi dolencia, pero estoy convencida de que miles de corredores sufren por estos cambios cada temporada, llegando a lesionarse con modelos nuevos o gastándose un dinero inútil que no pueden recuperar.

¿Realmente es necesario?