CORRER SOLO

14 de marzo. Lo he tenido que mirar en la app donde registro mis carreras, porque ya no estaba seguro. ¿Había sido ese sábado, o el domingo?

Hace 48 días ya, ¿sólo 48 días? El tiempo se me ha pasado en este confinamiento de una forma extraña, ¿me habrá pasado sólo a mí? Los días a veces parecían arrastrarse indolentes, enmarcados en este paisaje cotidiano de las paredes de casa.

48 días, y aquí estoy, preparando las cosas para volver a salir mañana a correr solo. Nervioso como cuando corrí mi primera media Movistar. ¿Hará frío mañana a las 7? ¿Me llevo una camiseta debajo de la del club? ¿Manga larga? ¡¡No tengo mascarillas!! ¿Harán falta? Voy a preguntar a mi cuñado Antonio, que además de por su condición de cuñado (que todo lo saben), como es sanitario seguro que controla. No, no hacen falta, pero por si acaso me llevo una braga, no sea que…

¿Y por qué os estoy contando yo esto? Porque una carrera (un CaCo, caminar – correr, en realidad) de escasos 40 minutos por Tres Cantos tampoco es que dé para una crónica, la verdad, por mucho que sea después de 48 días confinados en casa.

Porque en realidad yo de lo que os quería hablar es del 20 de mayo de 2018. Me leo y me recuerda a Sophía, de Las Chicas de Oro: “Imaginad: Sicilia año 1920…” Lo peor es que muchos ni siquiera sabréis de lo que estoy hablando. Ni qué pasó en mayo de 2018 ni quienes fueron las Chicas de Oro.

De Las Chicas de Oro ya, si eso, os escribo otro día. Pero el 20 de mayo de 2018 lo que tuvo lugar fue la VI Carrera de Montaña de Cercedilla. Y alguno pensaréis, con razón: a Manu se le ha pasado un poco el arroz con esta crónica.

Qué no, que no es eso, un poco de paciencia…

Lo que ocurrió ese día es que, acompañado de mi amigo y compañero de aventuras en esto del Trail, Diego (al que muchos ya conocéis). Habíamos completado la que era nuestra cuarta participación en Cercedilla. Participación que se saldaba por mi parte con una discreta marca de 1h 43’, y la constatación de algo que ya era evidente desde hacía meses: no sólo me estaba estancado en mis marcas, sino que había perdido las ganas y la ilusión por correr después de casi 40 años corriendo. También acababa la carrera con una fuerte torcedura de tobillo. Que yo temía podría ser esguince, una lesión más a la larga lista de lesiones que llevaba arrastrando desde hacía más de un año, y que tampoco ayudaban mucho a mi moral corredora.

Así que ahí estaba yo, haciendo cola ante la carpa de fisioterapeutas que la organización ponía a disposición de los corredores, casi con la esperanza de que confirmaran mis peores augurios. Y, por primera vez en muchos años y muchas carreras, presencié en la entrega de trofeos. Yo, como me imagino que la mayoría de vosotros, era normalmente más rápido en abandonar la línea de meta que en llegar a ella. Total, nunca esperaba ocupar una posición de podio, ni conocía a nadie que la ocupase.

Así que, cabreado por mi mediocre marca, fastidiado por mi dolor de tobillo y esperando a que me llegase mi turno, apareció un grupo ruidoso de gente para animar a una chica jovencita que había ganado en su categoría. Ella llegaba contenta y sonriente a pesar de su pierna magullada y ellos, todos de naranja y negro, como poseídos por algún tipo de fiebre, gritando y jaleando. Y si eso no era suficiente muestra de que no eran gente muy normal, ya llegaron al paroxismo intentando subirse todos al cajón del podio para recoger un premio en categoría de clubs.

carrera Cercedilla 2018
Carrera Cercedilla 2018

Desde mi sitio en la camilla de las fisios, y sin gafas, no podía ver lo que ponían las camisetas, pero no pude evitar esa sensación de vergüenza ajena que, en el fondo, siempre esconde un punto de envidia por no estar así tú también haciendo el bobo. En ese momento, el speaker de la prueba anunció: ¡¡¡Club de Corredores Iron Sport de Tres Cantos!!! ¿Tres Cantos? ¿Iron Sport? ¿No era esa la tienda de deportes donde había comprado yo últimamente mis zapatillas? Y recordé, de las veces que había pasado por la tienda, que en efecto tenían siempre unas cuartillas cerca de la caja anunciando su grupo de corredores. Pero la tienda había cerrado poco antes, por lo que ¿serían los mismos? Pues la verdad es que, ese tipo calvo y que no dejaba de gritar, me recordaba mucho a uno de los dependientes.

La barbacoa en casa de Diego en Miraflores, tradición que seguía a la carrera de Cercedilla, y el día a día, hicieron que se me fuera de la mente, por un tiempo, el tema. Además, yo siempre corría sólo. No me gustaba correr en grupo. Y lo iba a dejar, estaba decidido. Estaba harto. Harto de lesiones, harto de salir a correr y que mis marcas fueran cada vez a peor.

Casi un mes después, aburrida de verme mustio y de mal humor por casa, Cristina, mi mujer, me animó: ¿por qué no les escribes? Total, ¿qué pierdes? Vas unos días, pruebas, y si no te gusta, o no te acoplas, pues sigues por tu cuenta, o lo dejas, pero deja ya de darnos la murga a todos con tu mal humor.  

Escribí y me respondió Juan. Y bajé una tarde de junio a entrenar con el grupo. Había programado un fartlek piramidal. ¿Un fartlek? No lo hacía desde mis tiempos en el club Tajamar, allá por los 80 (sí, 1980, recordad: Sicilia, 1920…)

El resto ya es historia compartida con vosotros. Entrenamientos, siempre llegando tarde; carreras, unas veces con mejor fortuna que otras; el inicio de ese incipiente grupo de Trail. Han seguido las lesiones y las he superado. Hemos afrontado aventuras en Pirineos que han ido más allá de las carreras, y planificamos retos aún mayores juntos.

Y es que, aunque hoy saldré a correr solo con ilusión y ganas después de 48 días parado, ya no es lo mismo sin vosotros. Sin nuestros piques con Isra porque corre medios maratones como el que baja a por el pan. Sin meternos con Juan porque no suda la camiseta lo suficiente, o con JC porque lesionado y “despacito” nos saca 200 metros sin “despeinarse” (por motivos obvios). Rubén y sus pintas de “homeless” cuando sale a correr en invierno. Carlos y sus gorras “dopantes”, Josito, Sandra, Rafa…, que nooo, Fran. Anita, que nos ha dejado por sus clases, José María, que sigue en el club por enchufe al ser hermano de la míster, porque dada su asistencia a los entrenos…

Y de mi grupo “adoptivo” de los martes y jueves: Rubén, Carlos, David, Juanma (subiremos a la Mali juntos un día, seguro), Manu, Isi. Rosario, Sole, Bego y Roberto, la otra Anita, Mario, Marco, Juanqui… Porque habría superado estos 48 días sin vosotros, pero no habría sido lo mismo sin nuestros aperitivos virtuales, sin el WhatsApp echando humo, o sin los vídeos de Cris cada día y los piques: ¿tú cuantas rondas? Yo 2, yo 3… Rosa 5.

He salido a correr solo esta mañana. Se me había olvidado lo bello que es ver amanecer mientras vas corriendo.

Correr solo
Amanecer día 2 de Mayo

Me lo habéis estropeado, ¿sabéis?

Lo de correr solo